*El músico-escritor plasma en su nuevo libro un recorrido por la historia rockera poblana, en la que incursionó tocando covers de sus ídolos
Jaime López
Puebla, Pue.- David Pedraza destila una personalidad bonachona y bohemia, que combina a la perfección con la pasión de los jóvenes a los que acaba de mostrar su nuevo libro, La semilla del rock.
El experimentando artista de abundante barba, tal vez sin saberlo, acaba de sembrar otra semilla en quienes mañana tomarán las decisiones: la inspiración, arriesgarte por lo que te gusta.
El músico convertido en investigador y el investigador transformado en escritor, no disimula el gusto que siente de estar en una de las ágoras de la máxima casa de estudios de Puebla, la preparatoria Emiliano Zapata, para hablar de su mero mole: la música rockera local.
El ámbito en cuestión ha sido parte de su vida desde hace muchas décadas, en donde comenzó interpretando covers de sus melodías predilectas o de sus ídolos.
Con la llegada del nuevo milenio, puso en marcha la búsqueda por las creaciones originales, que mostraran su visión personal acerca del cosmos.
Posteriormente, hace aproximadamente un lustro o un poco más, sus manos, además de rasgar cuerdas, también dejaron ver aptitudes para la literatura, para la comunicación en otra modalidad.
Prueba de ello es el libro mencionado líneas anteriores, en donde hace una revisión de la escena rockanrolera angelopolitana, que seguramente lo hizo valorar mucho más el oficio en el que se desenvuelve.
En cuanto a su pasión principal, entre hacer música o escribir, el también fundador de la banda Serpiente Elástica subraya que ambas le producen el mismo placer, porque las dos le permiten transmitir una energía a flor de piel.
“Me satisface tocar un día en Querétaro y dar un concierto con la Serpiente Elástica y al otro día venir a presentar el libro”.
El éxtasis en el autor también es notable cuando decenas de jóvenes se le acercan para pedirle su rúbrica y una dedicatoria.
Por unos instantes, el creativo se camuflajea de rockstar, pero no de esos que tienen la sangre pesada, sino de los que dan las gracias a sus seguidores a través de la convivencia.
Hay quienes se animan a pedirle una selfie, a lo que David accede humildemente. Como plus, les permite agarrar el bajo con el que previamente dio un pequeño concierto en vivo.
Las y los estudiantes de la prepa Emiliano Zapata gritan de júbilo al poder sentir entre sus manos el instrumento en cuestión, que ha acompañado al autor durante mucho tiempo.
Como si fuera un plebe, lleno de energía, David acaba de atender a su último groupie y se anima a dar una entrevista, en la que muestra su sencillez.
De respuestas abreviadas y concisas, el músico-escritor resume parte del documento y menciona algunas de sus influencias musicales.
Durante la charla, sus ojos dejan ver un brillo de luz cada vez que emite una opinión del tema que conoce a diestra y siniestra, en tanto, una bola de hilos de plata se apoderan del pelo que emerge de su barba.
El paso del tiempo y experiencias ya son perceptibles en su físico, pero su alma aún preserva la energética juventud rockera.